Cristina Romera, destacada oceanógrafa que dedica su carrera a estudiar las consecuencias ambientales de la presencia de plástico en el mar. Desde sus inicios en Jaén hasta su investigación en el Instituto de Ciencias del Mar en Barcelona, su trayectoria refleja un profundo interés y entusiasmo por la ciencia y el medio ambiente. Lo qué la inspiró a seguir esta profesión, los desafíos que enfrentó y sus contribuciones más significativas, incluyendo el reconocimiento internacional por sus logros. Además, comparte algunos consejos para las niñas y mujeres que aspiran a carreras STEAM, subrayando la importancia de la creatividad y la perseverancia en el camino científico.

¿Qué te inspiró a ser oceanógrafa? ¿Es algo que viene de familia? ¿Qué pasos tuviste que dar hasta llegar aquí?

No, no hay nadie de mi familia que lo sea. Lo cierto es que yo no conocía esta profesión. Soy de Jaén, una ciudad que ni siquiera tiene mar. Estudié química allí y, al buscar ofertas de prácticas para aplicar la química, vi algo que tenía que ver con el océano. En aquel entonces, apenas había orientación; ahora, tengo entendido que hay un poco más. Así que, al ver esta oferta, decidí irme desde Jaén hasta Barcelona, al Instituto de Ciencias del Mar.

Desarrollas tu investigación científica en el Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona ​donde estudias las consecuencias ambientales de la presencia de plástico en el mar. Cuéntanos, ¿qué impacto tienen los microplásticos marinos en el ciclo de carbono según tus investigaciones?

Estudio microorganismos. En este sentido, estamos investigando qué tipo de bacterias podrían utilizarse para degradar el plástico. Mi investigación, por lo tanto, se centra en la caracterización y distribución de la materia orgánica disuelta en el océano y sus interacciones con los microorganismos. Además, también me dedico a la cuantificación de la materia orgánica liberada por los plásticos y sus efectos sobre los microbios marinos.

¿Cuál consideras que ha sido tu contribución más significativa con tus investigaciones?

El primer trabajo que publiqué sobre este tema trataba sobre cómo el plástico liberaba compuestos químicos de carbono, es decir, en qué medida liberaba estos compuestos en el océano. Vimos que había bacterias que podrían degradar los plásticos. A raíz de publicarse en una de las revistas especializadas más importantes, Nature Communications, y otros medios empezaron a llamarme.

Háblanos sobre un proyecto a corto y a largo plazo,  ¿cuál es su objetivo principal?

Ahora, lo que estamos haciendo y el proyecto que tenemos se centra en los gases de efecto invernadero, para ver si su impacto es significativo. Sin embargo, actualmente estoy pendiente de que me concedan el proyecto.

A largo plazo, me gustaría contribuir de alguna manera a entender cómo degradar el plástico, cómo eliminarlo y, en definitiva, ayudar a mitigar el problema.

¿Qué retos tiene por delante la ciencia ante la crisis del cambio climático?

El reto principal también recae en aquellos que tienen mayor responsabilidad y en que las grandes empresas hagan algo por el impacto en los océanos. Ya se sabe que esto está ocurriendo; por lo tanto, es necesario dedicar más recursos a la investigación. Además, es fundamental encontrar fuentes de energía renovables que no generen este impacto medioambiental.

Dudaste entre estudiar Bellas Artes o Ciencias, y al final te decantas por lo último.  ¿Crees que esta mezcla de disciplinas es esencial para la ciencia? ¿ Por qué es tan importante la creatividad para investigar?

Para ser científico, tienes que ser muy creativo. Esto es importante para que se te ocurran buenas ideas, para buscar y encontrar soluciones, así como para interpretar resultados de manera creativa.

 Primero, tienes que tener una mente creativa y resolutiva para que se te ocurra una solución y luego puedas corroborarla. Es fundamental tener buenas ideas y entender tus resultados basándote siempre en la evidencia.

Fuiste la primera científica marina española reconocida como una de las quince jóvenes científicas más prometedoras del mundo a través del premio «International Rising Talents» que otorga el programa L’Oréal-UNESCO For Women in Science. ¿Qué supuso este reconocimiento en tu carrera?

Fue un reconocimiento que me dio mucha satisfacción, tanto por el trabajo como por la carrera que llevaba. Es bastante difícil, y que te reconozcan tu trabajo siempre es algo bueno. Además, luego me permitió tener una voz para transmitir este mensaje: cuidar el océano y protegerlo de los efectos del cambio climático. Gracias a esto, me contactaron de la Editorial Espasa para llevar a cabo lo que ahora es mi libro «Antropóceano», que aborda todas las problemáticas principales que afronta el océano. Este libro está dirigido a todos los públicos, explicado de una manera sencilla y que todo el mundo en general conozca más el océano y qué soluciones tienen esos problemas. 

Como mujer y oceanógrafa trabajando en el campo de la investigación, ¿con qué dificultades o retos crees que te has podido encontrar?

En el ámbito de la investigación, enfrentamos muchísimos retos. Si cuentas con estabilidad económica, puedes dedicarle más tiempo; sin embargo, si estás constantemente buscando trabajo o aplicando a puestos, resulta muy difícil y puede ser frustrante. Para conseguir una plaza en España, casi siempre es obligatorio irte al extranjero primero, lo cual considero muy beneficioso, ya que te proporciona una experiencia profesional y te permite adquirir aprendizajes muy importantes. Sin embargo, tienes que marcharte en un momento de tu vida en el que quizá te estás estabilizando y, en mi caso, por ejemplo, nunca sabía cuánto tiempo me quedaría: un año, dos años o tres años. No sabía dónde estaría en seis meses, esa era la realidad. Esto te impide proyectarte tanto en lo profesional como en lo personal.

¿Qué referentes femeninos te inspiran en tu trabajo? ¿Cómo han influido en tu investigación?

He de decir que faltan referentes. Tampoco conocía a nadie científico. Siempre veía documentales, pero no sabía ni qué habían estudiado. Luego, cuando fui creciendo, siempre tuve compañeras que fueron una inspiración, porque siempre las veía que iban con todo. Antes de irme a Barcelona, tuve una profesora en Jaén que me inspiró mucho. Eso influyó, desde luego, en mi identidad y desarrollo como investigadora y oceanógrafa. 

Nos gustaría que nos dejases un consejo para las niñas y mujeres que están leyendo esta entrevista y quieren dedicarse a carreras STEM o emprender en el sector tecnológico o científico. 

Mi consejo es que hagan lo que realmente quieran hacer, sin escuchar las voces que intenten desanimarlas. Muchas veces queremos hacer algo, pero quizá pensamos que es muy difícil. Cada una debe seguir lo que siente o lo que le gusta, sin importar lo que la gente diga. Cada persona tiene su camino y su suerte. Aunque muchos no lo consigan, tal vez no logres eso que deseas, pero encontrarás otro camino que también te guste.