Silvina Caíno-Lores, cuya trayectoria la llevó de Montevideo a España y luego a Estados Unidos, nos comparte cómo su experiencia internacional impactó en su elección de estudiar ingeniería informática. Desde pequeña, mostró interés por la informática y desarrolló una notable capacidad de adaptación, clave para su carrera. Ahora, como profesora asistente en Tennessee y doctora en Ciencia y Tecnología de la Computación por la Universidad Carlos III de Madrid, Silvina destaca la importancia de la investigación académica, enfatizando su pasión por la computación de altas prestaciones y la inteligencia artificial. Su trabajo se centra en facilitar herramientas para científicos, promoviendo un equilibrio entre el avance tecnológico y la gestión de datos. Galardonada en la IV edición de los Premios de Informática por la Sociedad Científica Informática de España (SCIE) y la Fundación BBVA, Silvina continúa su labor investigadora, aspirando a integrar tecnologías no convencionales como la computación cuántica en sus proyectos.
Desde Montevideo hasta España, y luego a Estados Unidos, ¿cómo influyó tu experiencia de estudiar en el extranjero en tu trayectoria académica? ¿Podrías contarnos cómo esta vivencia impactó en tu elección de estudiar ingeniería informática?
Me mudé a España siendo muy pequeña ya que mi familia—originaria de España—decidió volver dada la difícil situación económica en Uruguay. Aunque realicé la totalidad de mis estudios secundarios y superiores en España, la base de mi formación académica la adquirí en un contexto educativo y cultural diferente al español, y esto marcó mucho mi trayectoria posterior.
Mi primer contacto con la informática fue durante mis estudios primarios y el interés siguió presente en las siguientes etapas, aunque quizá más por una motivación intrínseca que por exposición en el entorno escolar. Probablemente, la cualidad que más tuve que desarrollar durante estos cambios fue la capacidad de adaptación a un nuevo entorno, lo cual fue esencial para aprovechar la oportunidad de continuar mi carrera profesional en EE.UU y posteriormente en Francia, donde me encuentro actualmente.
Profesora asistente en Tennessee y Doctorada en Ciencia y Tecnología de la Computación por la Universidad Carlos III de Madrid, la misma en la que estudiaste , ¿una de tus metas ha sido siempre la investigación en lo académico?
La decisión de dedicarme a la investigación fue un proceso paulatino en el que influyó mi curiosidad, mi buena trayectoria académica, y la suerte de que se presentaran oportunidades. Mi primer trabajo en la investigación fue una beca que me ofrecieron durante mis estudios de grado porque destaqué en una asignatura. Me gustó y continué durante el máster, el doctorado, el postdoctorado, y hasta hoy, que soy investigador permanente… En cada etapa descubrí más facetas del trabajo investigador, me enfrenté a nuevos retos y tuve que decidir si quería continuar.
En cualquier caso, yo no era consciente, pero iba para investigadora desde pequeña. Siempre tuve curiosidad e interés por observar, descubrir y entender distintos elementos de mi entorno.
Sospecho que me habría decantado por una carrera en la investigación, independientemente del campo que hubiera elegido y los estudios que hubiera realizado.
Trabajas en la combinación de computación de altas prestaciones, el big data y la inteligencia artificial en el ámbito de la investigación, pero ¿cómo se traduce esto en aplicaciones reales? ¿Cuál es tu objetivo principal?
Mi objetivo principal es facilitar el trabajo de científicos que utilizan herramientas computacionales (por ejemplo, en áreas de climatología, astronomía o bioquímica). Para ello, muchas veces es necesario construir un puzle basado en distintas tecnologías para capturar datos, analizarlos, realizar simulaciones, hacer predicciones o aplicar métodos de aprendizaje automático. Este proceso es muy complejo porque las piezas del puzle no tienen por qué encajar y, cuando conseguimos que lo hagan, no siempre dan lugar a procesos de cómputo rápidos y eficientes. A día de hoy, mi investigación se centra en cómo representar y manejar los datos en las distintas piezas del puzle para que encajen más fácilmente y con mejores resultados.
En nuestra era impulsada por la tecnología, donde el progreso avanza a pasos agigantados, ¿cómo crees que podemos equilibrar este avance tecnológico, con el exceso de datos y de información? ¿Cuáles consideras que son los límites que debemos establecer en este contexto?
La gestión de los datos generados en instrumentos científicos, sensores, experimentos, simulaciones, y procesos de análisis es un problema crucial al que se enfrenta la comunidad científica. Este problema es, actualmente, objeto de discusión, pero ya existen marcos de buenas prácticas basados principalmente en la necesidad de disponibilidad, transparencia, accesibilidad, trazabilidad y reusabilidad de la información. Estos principios guían muchos de los desarrollos técnicos en el ámbito científico a día de hoy.
La sociedad en general se enfrenta a un problema de incluso mayor escala, con los componentes añadidos de la necesidad de privacidad y anonimidad de datos sensibles que no se ajustan al marco de datos abiertos que se fomenta en la ciencia. No soy experta en este campo, pero aún así considero que el principal problema es la definición de la propiedad de la información, es decir, quién es dueño de un dato y, sobre todo, sus derivados: la fuente que los genera (típicamente un individuo), la empresa que los almacena, el servicio que los recolecta, el producto que los utiliza, el intermediario que genera patrones con ellos, etc.
En tu discurso de aceptación del premio, resaltaste la importancia de la computación de altas prestaciones para resolver problemas complejos en medicina y tecnologías sostenibles. ¿Cuáles son los beneficios prácticos que esperas que tu investigación traiga a la sociedad a medio y largo plazo?
Cada vez ponemos mayor énfasis en el desarrollo de sistemas y aplicaciones energéticamente eficientes y altamente productivas: el objetivo es maximizar los resultados científicos útiles por unidad de energía. Esto implica que a corto y medio plazo debemos trabajar para reducir las ineficiencias en las infraestructuras y plataformas de cómputo (por ejemplo, eliminando cálculo redundante, transferencias de información innecesarias e interacciones lentas entre componentes del sistema), a la par que debemos facilitar la integración de tecnologías con potencial para acelerar el descubrimiento científico (como son el aprendizaje automático y arquitecturas hardware altamente eficientes). Este es un objetivo central de mi investigación.
Es difícil predecir a largo plazo, pero tengo especial interés en la incorporación de tecnologías no convencionales como la computación cuántica a la lista de piezas de puzle. Actualmente me encuentro investigando cómo estructurar datos para armonizar la interacción entre sistemas clásicos y cuánticos, lo que ampliaría enormemente el rango de aplicación de estos sistemas en la práctica.
En una entrevista del 2020, a los 29 años, mencionaste que enfrentabas una jerarquía hostil, más por juventud que por género. ¿Sientes algún cambio en esta perspectiva de género en tu sector con el paso del tiempo? ¿Cuáles han sido tus desafíos desde entonces?
En mi experiencia, el trabajo académico sigue siendo jerárquico y muy competitivo, esto no ha cambiado independientemente del género de las personas que he tenido alrededor. Ahora tengo el privilegio de tener un puesto permanente, más herramientas para desenvolverse ante situaciones complejas y también más apoyos. También, tengo la responsabilidad de dar ejemplo y apoyar a los estudiantes, y el desafío de consolidar mi identidad investigadora en un rol que es nuevo para mí, en un entorno cultural diferente y en un contexto científico-técnico que cambia rapidísimo.
Según un estudio de ESADE y la Universidad Ramón Llull, las mujeres menores de 30 años en STEAM representan el 9%, disminuyendo al 7% para aquellas de 30 a 44 años. ¿Crees que se deben hacer cambios educativos para fomentar su participación en áreas científico-tecnológicas? En caso afirmativo, ¿cuáles propondrías?
En los entornos en los que he trabajado –todos en el ámbito académico o científico– se han hecho muchos esfuerzos para aumentar el número de mujeres en todas las etapas académicas y profesionales, incluyendo cuotas de acceso y promoción, financiación específica, cambios en la normativa de evaluación, campañas de sensibilización y promoción, cuotas de representación, etc. Aun así, en mi campo el número de mujeres suele estar entre el 15% al 20% del total, con una tendencia ligeramente al alza o estable en función del rol y la localización. Personalmente no me he dedicado a estudiar el asunto en profundidad, pero mi conjetura es que existe una barrera para aquellos que desconocen la inercia cultural de una profesión (por ejemplo, la forma de relacionarse, el lenguaje, el perfil tipo o las expectativas de rendimiento tácitas).
Las medidas que he mencionado anteriormente intentan modificar la inercia cultural a través de cambios en la composición de los grupos y la imposición de normas externas, pero fallan a la hora de facilitar la comprensión de las dinámicas existentes, lo que puede llevar a la confusión, la frustración y el abandono del camino académico o profesional en estas áreas. En mi experiencia, los programas de mentoría son esenciales para transmitir ese conocimiento cultural y reforzar la confianza de los estudiantes, sobre todo aquellos que no se asocian al perfil medio, como las mujeres, o carecen de apoyos o ejemplos cercanos, como estudiantes de primera generación. Creo que debemos esforzarnos en mostrar no sólo lo que hacemos sino cómo lo hacemos en sus dimensiones técnica, interpersonal y estratégica, acompañando en la comprensión de nuestra profesión y facilitando la adaptación a nuevas formas de desarrollarla.
¿Podrías compartirnos el nombre de alguna mujer que haya sido una inspiración para ti a lo largo de tu trayectoria profesional? ¿Alguien cuya influencia ha intervenido en tu método y trabajo?
¡Mi madre, sin lugar a duda! Ella es médico, así que evidentemente no ha influenciado mi desarrollo técnico, pero sí en aspectos generales de la vida académica y profesional como el sentido de la responsabilidad, la búsqueda de la excelencia académica, la calidad humana en el trato, y el valor de la valentía para ser íntegro y consecuente. De ella aprendí que es más sostenible avanzar poco a poco, y que no pasa nada por dar un paso atrás cuando algo no está funcionando, dos cualidades imprescindibles en la ciencia sin las que no estaría ejerciendo a día de hoy.
¿Cuál sería tu mensaje para las niñas y mujeres que están considerando carreras en STEM o emprender en campos tecnológicos o científicos, y que pueden estar leyendo esta entrevista?
Adquirir las bases formales del conocimiento científico y técnico no es necesariamente sencillo pues hay conceptos complejos y, en el caso general, en el que me incluyo, hay que dedicar muchas horas de trabajo. Idear y llevar un proyecto a cabo es desafiante y a veces agotador, muchas veces por factores que no podemos controlar o prever. El esfuerzo y el tesón merecen la pena porque permiten ver el mundo desde una perspectiva completamente nueva en la que cualquier cosa se puede convertir en un proyecto interesante.
Hacer un pan, entender el comportamiento de un pájaro, acelerar una simulación molecular, cultivar un tomate, tejer una bufanda o arreglar un ordenador quemado son, en definitiva, problemas de química, zoología, computación, botánica, topología y electrónica, respectivamente. No son ejemplos aleatorios: son cosas que he podido hacer porque mi formación me enseñó a desentrañar los problemas, a pensar cómo abordarlos, y a buscar la ayuda necesaria cuando no he podido o sabido resolverlos yo sola. No siempre el resultado es exitoso (mis panes apelmazados y artículos de investigación rechazados dan testimonio de ello), pero siempre se aprende algo en el proceso.
Si tienes curiosidad por entender algo, ¡ya estás pensando como un científico! Si ya has intentado algo nuevo, ¡ya tienes espíritu emprendedor! Es tu decisión explorar ese camino y somos muchos los dispuestos a enseñarte y apoyarte.