A veces no hay un momento revelador, solo una curiosidad constante y muchas ganas de entender cómo funciona el mundo. Así fue el inicio del camino de Pilar Baldominos, investigadora en inmunología del cáncer, que ha pasado por Valencia, Barcelona y Boston siguiendo su instinto científico y su fascinación por el sistema inmune. En esta entrevista habla sobre su trabajo en inmunoterapia, cómo los tumores esquivan nuestras defensas y qué tecnologías pueden ayudar a detectarlos mejor. También reflexiona sobre los retos de la investigación, el vértigo de las decisiones importantes, el papel de las referentes cercanas y por qué, a veces, lo más valiente es atreverse a imaginarse haciendo lo que nadie espera. Una historia que demuestra que la ciencia también se construye con emoción, motivación y muchas ganas de seguir aprendiendo.

¿Recuerdas cuál fue el momento en el que supiste que querías dedicarte a la ciencia?

No creo que tuviese un momento revelador. Siempre he sido muy curiosa y probablemente en cualquier carrera que hubiese estudiado me hubiera terminado dedicando al ámbito académico. Pero lo más cercano probablemente fue hablando con mi profe de piano sobre qué carrera iba a escoger. Yo tenía un lío enorme, de hecho no sabía si filosofía, ingeniería, medicina, biotec…Y me ayudó muchísimo cambiando la pregunta y en vez de preguntar “qué quería estudiar” me dijo si había alguna carrera que no podía dejar atrás. Ahí me di cuenta que era la biología.

Has trabajado en instituciones punteras en Europa y Estados Unidos. ¿Cómo ha sido tu transición desde la universidad en Valencia hasta el Dana Farber Cancer Institute en Boston? ¿Qué aprendizajes personales y profesionales te llevas?

En ciencia estamos en constante movimiento, es algo intrínseco de la profesión y la verdad que ha sido un viaje precioso en lo profesional pero también en lo personal. Hay momentos duros, en los que echas de menos a tu familia o no sabes si es la decisión correcta pero aprendes muchísimo de otras culturas y otros lugares y ¡eso es fantástico! Luego además siempre tendrás amigos en todos lados. 

También os diré que no ha sido un viaje premeditado, me he ido dejando llevar por las oportunidades que se me planteaban, siguiendo a la ciencia. Cuando terminé la carrera sabía que quería estudiar un máster de inmunología, terminé en 2015 que fue justo el año en el que la inmunoterapia se llevó el premio al descubrimiento del año por la revista Science. A mí me parecía brutal pensar que nuestro propio sistema inmune estaba reconociendo y matando a los tumores.

En la asignatura de inmunología y de biomedicina de la carrera entendí como en el proceso de formación de un tumor está ligado al sistema inmune. El tumor tiene que engañar de alguna manera al sistema inmune que intenta eliminarlo. Yo quería aprender más sobre ello y me fui a hacer el máster de inmunología a Barcelona. Al terminar, buscando laboratorios, tuve muchísima suerte de acabar en el grupo de Fyodor Kondrashov. Desde el principio me apoyó muchísimo y me ayudó a tomar las decisiones que mejor beneficiarían mi futuro, es un mentor excelente. Mientras trabajaba conocí a Judith Agudo, mi directora de tesis que vino a Barcelona a dar un seminario.

Su charla me entusiasmó sobremanera y le envié un email, lo último que me esperaba en ese momento era que dos años después estuviera de camino a Boston para unirme a su laboratorio. 

Creo que mi historia tiene parte de estar en el momento adecuado en el lugar adecuado, y eso no lo podemos cambiar. Pero también tienes que trabajar para estar preparado y coger sin miedo las oportunidades correctas cuando surgen.

En aquel momento cuando Judith me abrió la puerta a su laboratorio, recuerdo muchísimo vértigo de cambiar de todo (casa, país, continente…) pero la curiosidad y las ganas pudieron más. También ayudó muchísimo tener a una pareja que me apoyase en todo y estuviese dispuesta a ir viajando por el mundo.

Tu investigación se centra en entender cómo los tumores escapan del sistema inmune. ¿Qué fue lo que te llamó la atención de este tema y por qué decidiste dedicarte a él?

Siempre había tenido mucho interés por entender el cáncer, por qué surge, cómo evoluciona y como poder eliminarlo. Pero fue en la asignatura de inmunología, que el profesor nos explicó cómo funciona nuestro sistema inmune, que empezó realmente mí curiosidad por este tema más específico.

Nuestro sistema inmune se educa para reconocer lo propio y por tanto eliminar todo lo que no es nuestro. Esto tiene mucho sentido cuando pensamos en virus y bacterias que son super diferentes a nosotros. Pero un tumor es mucho más complicado porque al final es una célula nuestra que ha recibido un daño y pierde el control para vivir en “sociedad” con el resto de células y se multiplica sin control. Aun así, se ha demostrado que nuestro sistema inmune es capaz de reconocer a estas células dañadas pre-tumorales y eliminarlas. Ahí me enamoré de la capacidad del sistema inmune que nos está protegiendo constantemente de todo.

Y la inmunoterapia ha confirmado su gran potencial. Para sobrevivir los tumores tienen que engañar de alguna manera al sistema inmune para que no les ataque. Si conocemos esos mecanismos, los podemos revertir. Por eso decidí dedicarme a esto, quiero estudiar qué mecanismos utilizan los tumores para frenar al sistema inmune para poder luego revertirlos. Además el sistema inmune tiene una ventaja enorme sobre el resto de terapias y es que tiene memoria, por eso funcionan las vacunas. El sistema inmune se acuerda de lo que ha atacado antes y nos protege durante el resto de nuestras vidas.

Has creado una tecnología pionera para identificar a los pacientes que mejor responden a este tipo de tratamientos. ¿Qué impacto esperas que tenga tu trabajo en la vida de las personas?

La investigación que hacemos la llamamos básica (o fundamental), que es para entender cómo funcionan las cosas. En nuestro caso, encontramos posibles causas de por qué la inmunoterapia no funciona en algunos pacientes. Hemos identificado como una población de células tumorales se protege del ataque del sistema inmune. Este es un primer paso para seguir investigando y aprender como poder eliminarlas. La ciencia avanza muy rápido pero siempre es más lento de lo que nos gustaría. 

Detrás de cada logro científico hay mucho trabajo y constancia. En tu camino, ¿qué momentos difíciles has tenido que afrontar y qué te ha dado fuerzas para seguir adelante?

Que buena pregunta, se habla muy poco de todo el esfuerzo y de los resultados negativos. Al final en ciencia probamos muchas hipótesis y muchísimas de ellas fracasan. El trabajo de un científico es estar analizando constantemente los resultados que obtienes, muchos de ellos negativos, para ir reevaluando hasta dar con lo que está sucediendo. Esto puede ser muy frustrante a veces, porque en muchos casos esos experimentos han supuesto muchísimo tiempo y esfuerzo. Así que la constancia y la resiliencia son fundamentales en esta profesión. Pero cuando encuentras el resultado, el subidón de adrenalina no tiene palabras. Como me decía mí directora de tesis, piensa que eres la primera persona en el mundo en ver eso, si lo piensas es muy fuerte.

Ganaste uno de los premios más prestigiosos en EE. UU. a tesis doctorales en ciencias biológicas. ¿Qué significó para ti este reconocimiento y cómo te ha impulsado en tu camino?

¡Fue un orgullo y una alegría enormes! Para mí, el reconocimiento de la comunidad científica viene con la publicación de mi trabajo y la aceptación que tiene entre los científicos pero el premio ayuda a acercar posiciones con la sociedad. Mí familia o mis amigos se alegraron mucho con mí publicación porque yo se lo explicaba y me veían muy contenta pero es un concepto un poco abstracto. Con el premio han podido disfrutar conmigo más de la alegría y eso no tiene precio.

También me alegré muchísimo por devolver un poco del reconocimiento para casa, fui la única premiada de una universidad de fuera de USA y si sirve para que veamos en España que nuestra formación es maravillosa y anima a alguien más a no tener miedo, eso sería fantástico.

De todo lo que has conseguido hasta ahora, ¿qué es lo que más ilusión te hace o de lo que te sientes más orgullosa?

Pues sin duda de mí familia, la dada y la adquirida, a raíz del premio me propusieron dar una charla en el pueblo de mis abuelos y es una de las cosas más bonitas y que más ilusión me han hecho. Fue super emotivo, vinieron un montón de personas del pueblo y alrededores, yo estaba bastante nerviosa y no me esperaba que viniera tanta gente. Pero fue muy bonito poder contarles un poquito de lo que hago y tener la oportunidad de hablar con ellos y resolver curiosidades y dudas. Como científicos, tenemos el privilegio de estudiar sobre lo que nos apasiona y poner a prueba nuestras ideas bajo el respaldo de la sociedad que nos mantiene, así que poder devolverles un poquito a través de la divulgación me pareció todo un lujo. 

Como mujer en ciencia, ¿Te has encontrado con obstáculos o estereotipos por ser mujer? ¿Cómo los has enfrentado y qué has aprendido de esa experiencia?

La verdad que he tenido muchísima suerte en ese sentido. Mí ambiente ha sido siempre muy inclusivo con todo el mundo. La mayoría de los científicos que he conocido han valorado más las ideas que las apariencias. Sí que existen todavía en situaciones prejuicios muchas veces de manera inconsciente incluso por parte nuestra. Una cosa que me ayuda a veces es imaginarme la situación con algún compañero mío, ver las cosas desde otro punto de vista puede ayudar muchísimo. Sobre todo porque aunque hay muchas cosas que no podemos cambiar, una cosa que sí me he encontrado que depende de nosotras es que nos atrevemos menos a exponernos, a dar charlas o a tomar el liderazgo. Creo que lo hacemos desde la cautela y la inseguridad, y esto sí que lo tenemos que cambiar. Nos contaban el otro día que analizando las respuestas a ofertas de trabajo, los hombres solicitaban el puesto cumpliendo solo un par de las cualidades o experiencias requeridas mientras que las mujeres solo lo solicitaban cuando cumplian todas. 

Tenemos que dejar de tener miedo y confiar en nosotras mismas.

¿Tuviste referentes femeninos que te inspiraran cuando empezabas? ¿Sientes que tú puedes ser ese referente para otras chicas que están empezando?


¡Esta pregunta me encanta! No tanto por las referentes que yo haya podido tener, porque he de decir que en mí caso ha sido más las personas que tenía a mí alrededor y que mi familia siempre me animase a hacer lo que más me gustara y me apoyase en todo, en eso he tenido la mayor suerte del mundo; sino por la segunda parte.

En ciencia estas siempre en constante formación, es un camino que no tiene fin y siempre que te preguntan por referentes miras hacia delante y ves todo lo que te queda por crecer y lo pequeñita que eres aún. ¡Pero no nos damos cuenta que detrás nos siguen muchas! La primera vez que me di cuenta de esto fue hace tres años cuando la hija de una amiga con la que colaboré en un proyecto me dijo que era muy fan mía. Yo me quedé en shock porque eso no entraba en mí cabeza como una posibilidad. Pero para una niña ver que alguien igual que ella (quiero pensar que hace no tantos años) lleva ya un trozo de camino andado, estudiando una carrera que le gusta e investigando es un subidón que convierte en posible y tangible lo que a ella le gustaría hacer.

Mí mentora actual me dio un super buen consejo hace poco y es que nuestros referentes tendrían que ser a corto plazo, alguien que tenga no más de 10 años más que nosotras. Porque es en ellos en los que nos vamos a ver más reflejados y los que nos pueden dar mejores consejos porque se acuerdan más de nuestra situación actual. Esto inevitablemente hace que ya podamos ser referentes de muchas generaciones que vienen detrás.

Y por último ¿Qué mensaje lanzarías a otras chicas que sueñan con ser científicas?

Que no lo piensen tanto, que en estos casos es mejor pedir perdón que permiso. Hay una frase de George Lucas que me encanta que dice que “los sueños son tremendamente importantes. No puedes hacer algo sin haberlo imaginado.”

Así que las animo a soñar y a que crean en sus sueños. El camino a veces es duro y te encuentras muchas puertas cerradas, pero si crees que es posible no pierdas la esperanza y trabaja para conseguirlo. Porque como dijo Nietzsche “ Aquellos que fueron vistos bailando, fueron considerados locos por quienes no podían escuchar la música”.