Arancha es una emprendedora social y fundadora de It-willbe.org, ChildPPa y Comgo. Además, es parte de la comunidad global de líderes sociales Acumen, donde se sigue formando en liderazgo ético. Arancha ha recibido el Premio Ciudadanos 2013 por su labor en la defensa de los derechos humanos, el premio Princesa de Girona Social 2018 o el EU Women Innovator 2020 de la Comisión Europea, entre otros. Ha liderado junto a un equipo de tecnólogos, sociólogos y humanistas el primer código de posicionamiento ético en materia de derechos digitales dentro del Tercer Sector en España.

Hola Arancha, ¿qué te impulsó a ser emprendedora social después de haber trabajado en sectores como la banca de inversión?

Concienciarme de lo que significa injusticia social. Un viaje a India en 2008 me abrió los ojos a una realidad que, aunque todos conocemos, no impacta realmente en uno hasta que se toma consciencia real. Tras convivir durante meses con, entre otros, niñas de apenas 14 años que habían vivido en su corta vida todo tipo de barbaridades como haber sido víctimas de trata, abusos sexuales por parte de familiares haber tenido que mendigar solas en las calles para subsistir con apenas 6 años, no pude volver a mi vida privilegiada y seguir como si no hubiera conocido aquello. Cuando algo duele, haces algo. El problema es que hemos edulcorado nuestras vidas demasiado. Hemos construido corazas para no sentir y creo que nos hemos convertido en una sociedad que siente poco y. por tanto, no nos activamos lo suficiente como para solucionar los problemas más importantes. 

En concreto, conecté las posibilidades de “mi mundo” privilegiado (innovación, herramientas tecnológicas, metodologías, etc que se usaban en sectores que conocía bien como el marketing estratégico o las finanzas) con las necesidades de la cooperación internacional o el trabajo social (dificultades para recoger y tener datos de de calidad sobre las problemáticas que tratan de resolver, imposibilidad de probar su identidad de millones de personas beneficiarias de dichos programas, falta de eficiencia y transparencia en la gestión, etc). Y decidí intentar hacer algo por cerrar dicha brecha. 

Eres fundadora y presidenta  de It Will Be, desde donde combatís la pobreza a través de la innovación tecnológica brindando apoyo a mujeres y niños vulnerables. ¿Cómo funciona y qué resultados estás obteniendo?

El recorrido ha sido muy interesante y empezamos a obtener los primeros datos relevantes de nuestro impacto. Los primeros 7 años los dedicamos a aprender. A quitarnos nuestras gafas occidentales, a entender las realidades de las comunidades donde queríamos impactar. Aquellos años de escucha fueron fundamentales para la entidad. Fue en 2015 cuando realmente empezamos a innovar. Hacíamos programas bastante tradicionales, hasta que no tuvimos un conocimiento profundo y, sobre todo, crítico del sistema. En 2016 comenzamos a co-crear junto a ONGs en terreno (India) soluciones tecnológicas que pudieran hacer su trabajo en el campo más eficiente y transparente. En estos años hemos desarrollado e implementado diferentes tecnologías: biometría para generar identidad a menores en situación de calle para que una red de ONGs trabaje de manera mucho más eficiente y no dupliquen esfuerzos con los menores; RV para sensibilizar en España sobre las problemáticas que nuestros donantes nunca han sentido; Machine Learning para hacer mejor match entre necesidades de voluntariado y talento; blockchain para que nuestros donantes conozcan el impacto de sus donaciones. Actualmente estamos co-creanto una plataforma de inclusión financiera y formación para mujeres en India, con el objetivo de digitalizar programas que ya llevan años funcionando con mucho éxito en el país (Self-Help-Groups).

Hemos ido pivotando mucho según hemos ido aprendiendo qué necesitan en terreno. De hecho, aunque formalmente somos una ONG de cooperación, la realidad es que Itwillbe se está replanteando la eficacia del modelo tradicional de cooperación y aspiramos a proponer nuevas maneras de abordar la pobreza donde seguramente encontremos nuestro rol. Hemos aprendido que las narrativas tradicionales no ayudan, que las entidades locales necesitan de nosotros mucho más que donaciones y que las tecnologías permiten des-intermediar el sector de roles que hoy consumen muchos recursos que impiden ser más eficaces en terreno. Este 2023 va a ser clave porque pretendemos acabar el año con el 100% de nuestra comunidad (grupos de interés) digitalizada en Comgo.io y poder compartir los resultados del caso de uso. También hemos aprendido que la transformación digital es muy potente y ya imparable, pero que los riesgos son altos. Por ello Itwillbe también decidió el año pasado crear un código ético y posicionamiento sobre derechos digitales que estamos impulsando para que el sector social en España prevenga vulneración de derechos humanos en la era digital. 

En tus propias palabras, estás “convencida de que cambiar el mundo es posible. Pero solo a través de la solidaridad eficiente”  ¿Cuáles son los retos sociales y tecnológicos para hacer esto posible? 

En mi opinión faltan datos de impacto fiables para poder tomar decisiones. Por eso co-fundé Comgo.io, una plataforma que permite a entidades sociales en cualquier punto del mundo digitalizar su estrategia de impacto a partir de una metodología que agrega estándares internacionales y que luego permite trazar, medir y reportar cómo se va ejecutando el proyecto (acabamos de lanzar el producto en marzo tras años de I+D y de pilotos con más de 130 entidades sociales). Espero que pueda ayudar a hacer visibles programas que se están ejecutando (en tiempo real) y que quienes quieren contribuir en determinados ODS, temas de impacto, localizaciones, etc tengan un lugar online donde buscar y no tengan que lanzar convocatorias de ayuda porque quienes están gestionando impacto no tienen el tiempo de buscar, redactar y preparar nuevos proyectos, además de que desde mi punto de vista es estas convocatorias y premios consumen una cantidad de recursos terrible, tanto desde el lado del donante como del receptor. Mucho más eficiente que la tecnología haga el match, ¿no? Igual que cualquier sector se ha transformado gracias a la digitalización de sus datos, necesitamos que las entidades sociales digitalicen desde la fuente los datos que necesitamos para tener una visión mucho más real de los problemas que queremos solucionar. Es necesario visibilizar lo que aún es invisible para proponer soluciones mejores. 

Por supuesto, tenemos grandes retos, como capacitar en competencias digitales y asegurar el acceso a internet. Pero es que en el mundo en el que vivimos, estos 2 retos deberían estar en el Top3 de todas las ONGs porque si no, sus beneficiarios van a quedar fuera no de sus programas, sino de la sociedad y del acceso a cualquier servicio social. 

Otro de tus proyectos es The Common Good Chain (ComGo.io), cuyo objetivo es re-pensar la filantropía e inversión de impacto para hacerla más eficiente y más transparente. ¿Cómo funciona y en qué consiste la “Economía de impacto”? 

Desde mi punto de vista, cada vez es más difuso todo. Las empresas tienen objetivos de impacto, las ONGs están buscando modelos de negocio para sostenerse. Creo que está naciendo una verdadera “industria de impacto”, con sus luces y sus sombras. Falta poner bastante orden. Es fundamental diferenciar generar impacto (que puede ser también negativo) y generar transformación social. Estamos viendo como se canibalizan muchos recursos que han ido tradicionalmente a ONGs hacia empresas sociales y en mi opinión es un peligro. La inversión de impacto debería sustituir a la inversión tradicional y no a la filantropía, porque esta normalmente atiende a los colectivos más vulnerables y no siempre es fácil encontrar un modelo de negocio. Van a hacer falta nuevas leyes y mucha colaboración. Estoy esperanzada porque creo que por fin va a dar igual la forma legal o el sector. Todos vamos a tener que probar que generamos bien a la sociedad y medioambiente. Incluso las personas. Con esta visión, en Comgo.io todoas las interacciones quedan registradas en lo que llamamos el CV social del usuario. Porque creemos que a no mucho tardar, todos vamos a tener que probar (con rigor) que somos ciudadanos y organizaciones responsables socialmente.  

Fuiste una de las 3 ganadoras de la edición 2020 del Premio de la UE a las Mujeres Innovadoras. ¿Qué ha supuesto este reconocimiento en tu carrera?

Fue una gran sorpresa y alegría. Me encantó que se reconociese la necesidad de innovar también en el ámbito social. Normalmente la innovación se asocia más a las ciencias puras y no tanto a las sociales. Es cierto que en mis proyectos usamos tecnología. Pero la verdadera innovación que siento que hago es social. Yo no creo nuevos sistemas biométricos más fiables, sino que las aplicamos para conseguir que menores accedan a derechos fundamentales. Estudio sobre blockchain y tokenomics porque creo que Comgo podría llegar a transformar el sistema de la cooperación y ayudar al sector social a pivotar de la certificación de donación a la certificación del impacto (gracias a la trazabilidad y certificación que permite la tecnología). Lo que me motiva y apasiona es la economía, la sociología, la filosofía y, sobre todo, la justicia social. Y busco nuevas ideas para generar sistemas socioeconómicos más justos. La tecnología es solo la herramienta en la que me apoyo.

La tecnología Blockchain va ganando terreno día a día para crear impacto social, pero ¿en qué punto estamos? ¿Cómo crees que podrá mejorar nuestras vidas en un futuro no muy lejano?

En mi investigación de estos años he podido identificar beneficios y también casos de uso que incluso pueden ser negativos para el sector. Por ejemplo, pusimos (y otros siguen poniendo) mucho foco en la trazabilidad de las donaciones. Me parece un error. En mi opinión es una manera de perpetuar el sistema actual, en el que el donante tiene demasiado poder y en el que los fondos se acaban adjudicando a quien mejor justifica con facturas. Blockchain sin embargo es un increible aliado para trazar lo que realmente debería importar al donante: el impacto de sus donaciones. Ahí es donde Comgo ha puesto el foco. Y lo que hemos creado y tiene valor es la metodología para hacerlo. Blockchain solo pone la carretera. 

También creo que va a ayudar a reducir gastos en procesos como diligencia debida y auditorías (financiera y de impacto).  Esas son otras funcionalidades que hemos desarrollado y estamos testando en Comgo y que verán la luz antes de final de año.

Como mujer emprendedora, ¿cuáles han sido los retos más importantes a la hora de hacer sostenibles tus proyectos?

Mis proyectos siguen sin ser sostenibles. No tenemos aún un modelo de negocio perfecto. Pero los sostenemos (uno hace 14 años y el otro hace 4) así que ya es un éxito estar diciendo esto. Es el problema de que tus proyectos se dirijan principalmente a generar valor para entidades sociales en países emergentes o colectivos muy vulnerables. Pero estamos creciendo y cada día más cerca del modelo que tenemos ideado. El principal financiador de Comgo.io ha sido Acumen Foundation en EEUU que invierte capital paciente porque entiende que se trata de proyectos que tienen un potencial transformador enorme pero que hay que dar tiempo para que sean rentables. Ese es el tipo de financiador que queremos a nuestro lado. Vamos a generar rentabilidad, pero necesitamos tiempo. Como digo, seguir en el camino y generar transformación social es un indicador de que lo estamos haciendo bien.

Si tuvieras que destacar a una mujer, o mujeres, que  influyeron en tu vida de manera especial, ¿de quién nos hablarías?

Precisamente a la fundadora de Acumen Foundation, Jacqueline Novogratz. Recuerdo que estaba sentada en la oficina en Rajeev Nagar (India, 2008) leyendo el Manifesto de su fundación y pensé, ¡de mayor quiero ser como ella! Su concepto de capital paciente me pareció revolucionario. 14 años después su fundación invirtió en mi (soy Acumen Fellow desde 2020) y en mi proyecto Comgo y tuve la suerte de viajar a NY a celebrar con su equipo sus 20 años de vida y los datos de éxito de sus inversiones pacientes en proyectos en varios países de África, Pakistán e India. 

También destaco a Reena Kumar. Fue mi “todo” en mis 5 años en India. Mi mentora, psicóloga, coach, profesora de hindi, de cultura, mi amiga. Me enseñó todo lo que debía saber sobre cooperación, acción social, solidaridad, comunidad. Me abrió las puertas de su casa y me ayudó a ser aceptada en su comunidad. Sin ella nunca hubiera puesto en marcha mis proyectos. Me enseñó que mirar el mundo con mis ojos críticos estaba bien, pero que, al mismo tiempo, había que hacerlo con paciencia, aceptación y amor. Eso me permitió no desesperarme, enfadarme y darme la vuelta. Sino arremangarme yempezar en “pequeño”. No se cambia el mundo en 2 días. Pero como ella decía, quizás en 30 años mires atrás y veas que has contribuido a algo mucho más grande de lo que ahora imaginas. Y en ese camino estoy. Aún me quedan 15 años. 

Nos gustaría que nos dejases un consejo para las niñas y mujeres que están leyendo esta entrevista y quieren dedicarse a carreras STEM o emprender en el sector tecnológico o científico. 

Les diría que la ciencia y la tecnología son las mejores herramientas que el ser humano tiene para transformar. Transformar lo que te prepongas. Un día tendréis algo que os apasiona o que os duele. Y querréis crear algo. Y si conocéis (y entendéis) las herramientas podréis crear lo que os propongáis con vuestras manos. Yo he contribuido a crear algunas con mis equipos, pero siempre me queda la espinita de no poder hacerlo yo con mis manos. De hecho, cuando se me ocurre una nueva funcionalidad, me muero de la pena de no poder encender mi PC y programarla en el instante. Además, creo que la ciencia y la innovación necesitan mucha más energía femenina para crear un mundo mejor.