Científica, catedrática ​y doctora en ciencias físicas, Pascuala García Martínez ha sido nombrada miembro de la Sociedad Internacional para la Óptica y la Fotónica este año. ¡Déjate inspirar por su trabajo!


¿Cuándo decidiste dedicarte a la Física? Y en concreto, ¿por qué en el ámbito de la óptica y la fotónica?

Fue una llamada tardía. Desde pequeña tenía mucha facilidad para las matemáticas, veía rápidamente en mi mente el resultado de los problemas, y también me preocupaba conocer el funcionamiento de las cosas. ¡Me encanta cacharrear y arreglarlo todo! Recuerdo haberme comprado una enciclopedia de bricolaje en fascículos de pequeña. En esto mi padre ha sido fundamental. Yo soy la mayor y, desde siempre, él me ha animado a saber cómo funcionan las cosas. Él era muy manitas, y siempre me decía “ahora hazlo tú”. Y así aprendí mucho. Luego, cuando he comentado estos hechos con otras colegas físicas, o de titulaciones STEM, me han dicho que ellas también tuvieron un padre que les animó a hacer lo que quisieran. Ese hecho es muy importante para que las niñas crezcan con la idea de que pueden dedicarse en la vida a lo que quieran, a lo que de verdad les guste. Y el ejemplo de un padre que las anime es importante.

Así que mis dotes experimentadoras siempre las he tenido muy claras, por ello sabía que tenía que dedicarme a alguna ingeniería o algo por el estilo, pero… se cruzó en mi camino un profesor extraordinario de Física en COU, y pensé que para saber cómo funciona al mundo, he de saber mucha física, y además como me entusiasmaban las matemáticas, decidí hacerme física. 

Cuando yo estudiaba, la Física no era la titulación elitista en la que se ha convertido hoy en día. Era una profesión muy vocacional, de hecho éramos muy pocos y pocas los que acabábamos la carrera en 5 años, porque la Física es difícil. Hay que estudiar mucho y son conceptos que requieren una abstracción significativa para ser entendidos. A pesar de esa dificultad, había mucha más gente estudiándola y muchas más mujeres. Éramos un 33% de mujeres en la licenciatura. Ahora apenas llegan al 25% y se ha convertido en una titulación con una nota de corte altísima. Aunque las alumnas poseen mejores notas en Bachillerato y ESO, no están interesadas en la Física, por muchas razones que, más o menos, tenemos diagnosticadas y que iremos cambiando poco a poco, espero.

Dedicarme a la óptica y la fotónica vino durante la carrera, aunque me encantaba la Física teórica, siempre me ha parecido que quería tocar un poco los pies en el suelo, y tanta abstracción no me acababa de llenar. Sabía que tenía que dedicarme a la Física experimental, y descubrí que la luz es lo que más me gusta. La luz es el todo, sin luz vivimos a ciegas, así que me dedico a estudiar la luz y las tecnologías de la luz.

La GEMF, el Grupo Especializado de Mujeres en Física, cuenta entre sus objetivos incrementar la presencia de las mujeres en la Física, visibilizar los logros de éstas y defender los intereses y la igualdad de derechos y oportunidades de las físicas. ¿Por qué crees que siguen siendo tan necesarios este tipo de grupos?

El estudio del género en la ciencia es algo vital. Durante mucho tiempo el modelo que ha reinado en ciencia ha sido el masculino. Aunque ha habido muchísimas mujeres que con su persistencia y saber, han contribuido a grandes avances científicos, se encuentran totalmente invisibilizadas, no las hemos estudiado en los libros, y no las conocemos, pero ahí están.

La Física es un ámbito del saber altamente masculinizado. Si ya hay pocas alumnas que la estudian, ese número se va reduciendo a medida que vas subiendo en los escalafones profesionales: es el llamado techo de cristal o segregación vertical. Así, en las universidades españolas el porcentaje de mujeres catedráticas ronda el 24%, pero en Física ese porcentaje se reduce al 15%, aproximadamente. En mi departamento soy la única Catedrática, frente a 12 varones que también lo son. Y esa soledad es algo a lo que las físicas nos enfrentamos diariamente.

El Grupo Especializado de Mujeres en Física, está dentro de la Real Sociedad Española de Física. Se creó hace bastante tiempo, en 2002, gracias al esfuerzo de unas mujeres valientes y decididas, y también a un conjunto de varones preocupados y sensibilizados con el problema, eso es fundamental. Nosotras solas no podemos con esto. Necesitamos el apoyo y la ayuda de nuestros colegas varones. En el GEMF hay un 30% de varones y eso es muy importante. Hemos de dejar de pensar que las cosas de mujer y ciencia, son cosas de “mujeres”. El GEMF es el grupo que estudia a las “mujeres en Física”, y en él caben todas las personas que quieren y luchan por la igualdad de oportunidades de las físicas, y para visibilizar sus logros.

Hay muchas Sociedades Científicas que no poseen estos grupos de estudio del género, y yo siempre les animo a que lo creen. Las mujeres seguimos siendo discriminadas en cuanto a la valoración y reconocimiento de nuestros méritos de modo que, por ejemplo, tenemos menos oportunidades de dirigir proyectos de investigación, de recibir premios científicos, de tutorizar tesis, de ser presidentas de tribunales de tesis y un largo etcétera. No se trata simplemente de reclamar la inclusión de las mujeres en las STEM por justicia de género o para no perder talento. Tal y como propone la epistemología feminista, la diversidad de voces, opiniones, necesidades y voluntades que producen el conocimiento es útil para crear y desarrollar innovaciones científicas transversales que den respuesta a los retos de sociedades cada vez más heterogéneas. La ciencia con más voces es una mejor ciencia.

Has sido nombrada Fellow de la Sociedad Internacional para la Óptica y la Fotónica (The International Society for Optics and Photonics – SPIE), siendo la única investigadora española en recibir este reconocimiento este año. ¿Qué sientes al ver reconocido tu trabajo?

Es un orgullo y un privilegio formar parte de esa familia de Fellows de una sociedad tan relevante como es el SPIE. Es un reconocimiento a una trayectoria, y para mí significa mucho. Creo que las sociedades científicas son un punto de encuentro entre todas las personas que se dedican a un determinado ámbito y realizan un trabajo muy importante. Es una manera de estar en red y ahí muchas veces las mujeres no estamos representadas, por ello me hace especial ilusión haber sido galardonada con esa distinción, si así sirvo de referente a otras mujeres. También puedo ayudar para que se visibilice que las mujeres también estamos en estos campos de la Física.

¿Por qué crees que hay tan pocas mujeres entre las personas premiadas de Física?

La desigualdad de género en ciencia es un tema que sigue sin resolverse, y en los premios científicos esa desigualdad se recrudece significativamente. Un premio científico supone un reconocimiento público, a la excelencia de un trabajo y a la innovación en un área determinada, visibiliza y da prestigio social. Es un reconocimiento a una trayectoria y el trabajo de las científicas e investigadoras no está suficientemente reconocido. 

Formo parte de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT) como vocal de la junta directiva. Llevamos a cabo un estudio junto con la Unidad de Mujeres y Ciencia del Ministerio de Ciencia e Innovación, sobre Las mujeres en los premios científicos en España 2009-2014 disponible en la web.

Este informe posee unas conclusiones muy interesantes sobre la composición de los jurados (en los que el porcentaje de mujeres es escaso), la imagen y la difusión de los premios, la escasa transparencia entre candidaturas a los premios, etc. También el lenguaje sexista, que redunda en la invisibilización de las mujeres, está lejos de ser erradicado en todas las redes sociales y otros canales de difusión. Justo el Premio Rei Jaume I de la Generalitat Valenciana, manifestaba en su “llamada” de 2021 la frase “Preséntanos a los mejores científicos y emprendedores de España…” o la Fundación Banco Sabadell, que otorga este premio con el objetivo de reconocer el trabajo de investigadores españoles […] reconocer la trayectoria de jóvenes investigadores […]

En Física toda esta desigualdad se ve aumentada ya que somos pocas las que nos dedicamos a ello. Por eso, y como presidenta del Grupo Especializado de Mujeres en Física de la Real Sociedad Española de Física, nos preocupamos por realizar nominaciones de mujeres a distintos premios. Muchos de mis colegas piensan que el proceso de nominación indirecta está basado en la “búsqueda” de candidaturas por parte de voluntariosos/as compañeros/as en busca de potenciales personas aspirantes. Y en esa búsqueda el sesgo por género no se tiene en cuenta, solo se tiene en cuenta la excelencia. Pero esto es pura hipocresía. El mundo de los premios es algo más “terrenal” y, por ello, extremadamente sensible a los sesgos inconscientes de género que todos y todas tenemos. La realidad es que son muchos, e igual no tantas las personas aspirantes que se “ofrecen” para ser nominadas, facilitando esas dificultosas pesquisas. Y, normalmente, quienes se ofrecen son varones.

Hay ciertos mecanismos informales de poder (redes de amistades, redes de favores, etc.) en los que las mujeres, además de infrarrepresentadas, están normalmente menos conectadas. Mi obligación como presidenta del GEMF es hacer una llamada a esas físicas excelentes que permanecen en el anonimato y presentarlas a los premios.

Vienes de un sector mayormente masculinizado, en el que siguen existiendo voces que consideran que la mujer no está igual de preparada para ser Física, ¿cómo ha sido tu experiencia en él?

Se han dicho absolutas barbaridades sobre la capacidad de las mujeres para dedicarnos a la ciencia, y en concreto a la Física. Yo misma encabecé una campaña de recogida de firmas bajo el lema “No vamos a callarnos ante “los strumias” de turno”, en la que denunciábamos las continuas declaraciones de un personaje sobre este tema, que criticamos duramente por su falta de rigor. 

Estos personajes son letales para la igualdad de género en la Física y al final solamente buscan protagonismo. Hay algunos hombres cabreados que representan un movimiento por los derechos de los hombres que se sienten amenazados, ya que pierden poder (por la situación socioeconómica, tiempos de crisis, pandemia, etc..). Hay un libro muy recomendable que lleva por título “Hombres (Blancos) Cabreados” de Michael Kimmel, que recomiendo, y que leyéndolo se entienden muchos de los movimientos anti-feministas que estamos viviendo en nuestra época actual.

Hay una gran frase que dice: “Si siempre has vivido una vida de privilegios, la igualdad puede parecerte opresiva”. Pues eso define un poco las resistencias que encontramos las mujeres. Además, personajes como Strumia, utilizan lo que se denomina “paradoja de la igualdad de género en STEM” según la cual, en países con grandes políticas de igualdad, como son los países nórdicos, los porcentajes de mujeres en estas áreas som muy reducidos si los comparamos con países en los que estas políticas son inexistentes, como Argelia o Turquía, y donde sin embargo el porcentaje de mujeres en Física es muy alto, rozando casi la mitad. Se inventan medidas basadas en la propensión de las mujeres a profesiones más relacionales o sociales, y además dicen que las mujeres no somos lo suficientemente inteligentes por diferencias biológicas para dedicarnos a la Física o a las ingenierías. El rector de la Universidad de Harvard, Larry Summers, afirmó en 2005 que las diferencias en ciencia entre mujeres y hombres eran innatas. Naturalmente lo cesaron de inmediato. 

El problema es que se siguen oyendo estas voces, aunque espero que poco a poco se vayan callando o entre todas y todos las vayamos silenciando. La Física en mí nunca ha supuesto un problema, digo como contenido científico, como estudio. Sí que a la larga encuentras que solamente se nos ha contado la Física que han realizado los varones, y no nos han hablado de muchas físicas a lo largo de la historia que han contribuido con su trabajo a muchos descubrimientos, pero han sido invisibilizadas. 

Lo que ha supuesto para mí muchos problemas, es pertenecer a un mundo muy masculinizado, en el que me he sentido muy sola y eso puede haber influido en mi manera de afrontar el día a día. He tenido la suerte de conocer, desde muy jovencita, referentes femeninos de mujeres que me hicieron de guía e inspiración. Es fundamental tener una mentora, y por ello desde AMIT y el GEMF nos preocupamos por realizar este tipo de interacciones entre las personas jóvenes y las más senior.

¿Crees que en un futuro cercano podremos ver a más mujeres estudiando y trabajando en la Física?

Permíteme que sea pesimista a este respecto. Los datos indican justamente lo contrario. Cada vez hay menos mujeres dedicándose a la Física. Hemos retrocedido mucho en los últimos años. Hace 20 años el porcentaje de alumnas en la titulación de Física era del 33-35%, ahora oscilan entre un 20-25% dependiendo de las universidades, y vamos bajando.

Desde el GEMF nos preocupa mucho este hecho y realizamos actividades para divulgar la Física y las titulaciones STEM entre las más jóvenes, con el fin de crear vocaciones científicas en las niñas, pero el mundo cada vez está más polarizado, y esto se ve en los pasillos rosas y azules de las tiendas de juguetes, por ejemplo. Y esta separación es cada vez más acusada. Esto hace que ellas tengan en mente dedicarse a profesiones que tienen que ver con los cuidados, con la tierra, con lo bio. De hecho, en un estudio que he hecho, el simple prefijo “bio” en una titulación universitaria hace que aumente el porcentaje de chicas un 30%, como por ejemplo el caso de “Biotecnología” que aún siendo tecnología, pues tiene muchas mujeres, alrededor de un 60%.

La elección de ellas del bachillerato de “ciencias de la salud” y no el “científico-tecnológico”, hace que no lleguen a titulaciones como Física. Si no estudian Física, no la conocen, y difícilmente pueden dedicarse a ella.

Necesitamos hacer una revisión de los estudios de secundaria y bachillerato, y eliminar esa elección tan temprana y que polariza tantísimo. Tampoco es bueno que las carreras de medicina, enfermería o magisterio estén altamente feminizadas. El aporte de la manera de ver de los varones ha de tenerse en cuenta en estas titulaciones, y no están presentes. Y tampoco les veo a ellos quejarse por no estar en estas áreas. Hay además una gran brecha salarial en todo esto, que hace que las titulaciones altamente remuneradas, como en la actualidad son las ingenierías, etc.. estén altamente masculinizadas. Y esto supondrá un problema en el futuro, en el que el mundo digital lo invadirá todo a la larga, y ellas no estarán presentes, con lo que las mujeres seguiremos retrocediendo en nuestra igualdad de oportunidades.

Háblanos de las referentes femeninas que has tenido. ¿Consideras que has tenido suficientes? ¿Quiénes han sido?

Comenzaré diciendo que unas de las referentes femeninas eran mis propias compañeras. En clase éramos muchas chicas, yo estudiaba en la línea en valenciano, que siempre tiene un mayor número de mujeres. Eso sigue siendo así en la actualidad en la Facultad de Física, de la que he sido vicedecana de estudios durante los últimos tres años y la conozco muy bien. Partiendo de esa premisa, siempre nos hemos sentido, en cierta forma, presentes en el día a día y en el funcionamiento de la clase, aunque solamente tuve a dos profesoras en mis cinco años de Licenciatura en Física, y una era química.

También tuve suerte de conseguir una beca predoctoral en un departamento, el de óptica, en el que había profesoras, y ellas eran mi modelo. Aunque en el grupo de investigación al que pertenecía, era la única mujer, ellas siempre me cuidaban y vigilaban que mis colegas de grupo me trataran como una igual.

A medida que vas creciendo, sobre todo en las estancias largas de investigación en el extranjero, es cuando sientes el “peso” de la soledad y de la desigualdad. Siempre he tenido que hablar más fuerte, más persistentemente, para que mi voz se escuchara.

También he tenido una física que me ha marcado y que he tenido la suerte de conocer muy de cerca, que es la Profesora María Josefa Yzuel, que en la actualidad es profesora honorífica en la Universidad Autónoma de Barcelona. Ella es un ejemplo para todas. Fue la primera mujer en ganar una plaza de profesora universitaria en Física en España en 1966. En 1982 fue catedrática de universidad. Ella ha influido muchísimo en mi manera de hacer ciencia, contagiándome la valentía y el tesón que, en muchas ocasiones, hacen falta para que persistamos en la lucha por la igualdad. Ella, sin duda, ha sido, y sigue siendo, mi modelo a seguir.

También quiero mencionar a mis maestras de feminismo, y en temas de género y ciencia, que me han enseñado a tener conciencia feminista y a mirar el mundo con gafas violeta. Entre ellas mi querida amiga Catedrática en Sociología de la Universitat de València, Capitolina Díaz, de la que sigo aprendiendo y he aprendido tantísimo. 

Piensa en el momento de decidir a qué te querías dedicar. ¿Crees que tu elección estuvo libre de sesgos?

Pues no lo tengo claro. Entiendo que es difícil decir que estamos libres de sesgos en nuestro día a día, pero sí que creo que viví en un periodo (tenía 8 años cuando se votó la Constitución Española) en el que esas ganas de salir del periodo oscuro que supuso la dictadura, lo inundaba todo. En el colegio o en el instituto no teníamos tan marcadas las diferencias entre chicos y chicas. Muchos de mis amigos han sido y siguen siendo varones. Creo que nos mezclábamos más en nuestra etapa estudiantil. Ahora siento que hay una polarización creciente, y que hay menos espacios en los que interrelacionar. Las redes sociales, la vigilancia continua que da el estar todo el tiempo conectado y visibilizado, crea un marco en el que el desarrollo como persona individual “libre de sesgos” se reduce. Y antes no era así. Supongo que hay muchos estudios sociológicos al respecto, mi opinión es de simple observadora social.

En mi caso tuve un profesor de Física que contagiaba amor por esta disciplina en sus clases. Me hizo estudiarla y comprenderla, y eso me entusiasmó. Pero también hay componentes personales (de carácter), familiares o sociales que están presentes en esas elecciones. Mi padre y mi madre jamás me dijeron qué debía estudiar. No se metieron en esa elección. Simplemente me dijeron que tenía que hacer lo que me gustase, lo que de verdad diese sentido al trabajo diario, y es el amor por lo que haces. Ahora creo que los padres y las madres tutelan en exceso esa decisión, por sobreprotección seguramente, y en cierta forma puede influir. Sé de amigos que dicen a sus hijas que no se metan en carreras en las que solo hay chicos. Tienen miedo de que su hija pueda sentirse desplazada o poco integrada. 

Un consejo para las niñas y mujeres que están leyendo esta entrevista y que, como tú, quieren ser científicas.

Que sean valientes, que luchen por lo que les guste, que intenten entender el mundo que les rodea. Que se hagan preguntas, que no se dejen influir por los estereotipos. Los estereotipos son lo peor, nos clasifican y nos impiden elegir con libertad. La ciencia, y la Física en particular, son apasionantes. No es algo de gente rarita, de frikis, de personas aisladas que se meten en su despacho 24 horas al día o en el laboratorio y no se relacionan con nadie. Eso no es cierto.

Siempre se dice que a las chicas no les interesa la tecnología, pero yo creo que sí, porque la tecnología es solucionar problemas y a las niñas y a las mujeres nos gusta solucionar problemas. De hecho, lo hacemos todo el tiempo. El problema es que la tecnología que tenemos es la tecnología de ellos, basada en lo simple-bello frente a lo funcional. Un ejemplo son los “asistentes virtuales” tipo Siri, Alexia, etc.. , estoy segura de que eso no se le ha ocurrido a una mujer.

Algo que te defina: una palabra, una experiencia, un color, un verbo, un adjetivo, un estado de ánimo… y por qué.

Una palabra: Resiliencia. Creo que es una palabra con mucho significado físico, ya que es la resistencia de los materiales que se doblan sin romperse, recuperando la situación o la forma original y que puede definirme, ya que a lo largo de mi vida he superado situaciones muy adversas, y siempre he procurado seguir en pie y aprovechar esa dificultad para ser mejor persona.

Una experiencia: Conocer gente. Adoro conocer gente, soy una gran observadora y adicta a la empatía. Las relaciones humanas son la clave para progresar.

Un color: el azul. Es el color del autismo. Mi hijo tiene autismo y el color azul representa lo que vivimos a diario las familias y personas con este síndrome, pues el color azul tiene la peculiaridad de ser “brillante como el mar en un día de verano y otras veces se oscurece como un mar en tempestad”.

Un verbo: Investigar. Este verbo guía y ha guiado mi vida, no solo en la investigación científica, sino en la capacidad por seguir aprendiendo y luchando por lo que creemos.

Un adjetivo: comunal. Me gusta este adjetivo porque define las habilidades de liderazgo que creo que hay que tener en ciencia y que poseemos las mujeres, para diferenciarlo de los valores agénticos, que tienen que ver con el interés por obtener logros personales, y más asociados al patriarcado. Con valores comunales de colaboración con los demás, en beneficio de todas y todos, con cooperación, con diversidad, se conseguirá avanzar en una ciencia más igualitaria.

Un estado de ánimo: Inquieta, en sus dos acepciones. De preocupada, en que no retrocedamos en derechos y oportunidades de las mujeres y del interés e inclinación en mi compromiso personal por la igualdad.