Ana Teresa V. Arrebola, cofundadora de AR Vision, repasa el camino que la llevó de la publicidad a liderar uno de los proyectos más visibles en tecnologías inmersivas aplicadas al turismo: CultuAR. Una solución que nació en plena pandemia y que ha conseguido hacer accesible la realidad aumentada a todo tipo de públicos, sin infraestructuras ni complicaciones técnicas. Con un enfoque sostenible y escalable, Arrebola apuesta por una tecnología que no sustituya al entorno, sino que lo potencie. En esta entrevista reflexiona sobre los retos de emprender sin un mapa previo, el papel de la divulgación tecnológica y la necesidad de crear experiencias que conecten con las personas desde lo digital y lo humano.
¿Recuerdas el momento en que te decidiste a crear una empresa especializada en tecnologías inmersivas? ¿Qué fue lo que te atrajo, personalmente, de este mundo?
Sí, fue durante nuestra etapa con Tavola News, el primer soporte publicitario en España que incorporaba realidad aumentada. En ese momento, esta tecnología aún era poco conocida y se percibía como algo propio de la ciencia ficción. La utilizábamos como un valor añadido dentro de nuestras campañas, pero con el tiempo empezamos a notar un creciente interés por parte de los clientes, no solo en la publicidad, sino en el potencial que tenía esta tecnología en otros aspectos y sectores
Ese interés nos llevó a fundar AR Vision, con el objetivo de especializarnos en tecnologías inmersivas y ofrecer soluciones en diferentes ámbitos. Lo que más nos atrajo de estas tecnologías es que parecía que todo era posible, su capacidad para ofrecer soluciones innovadoras, nuevas formas de cubrir las necesidades de la sociedad más cercanas a la evolución tecnológica que se preveía.
CultuAR se ha convertido en uno de los proyectos más visibles de AR Vision. ¿Cómo surgió esa idea de aplicar la realidad aumentada al turismo?
AR Vision nació como una empresa sostenible desde el primer momento, gracias a la experiencia previa del equipo y a un enfoque claro: en una primera fase, centrarnos en servicios de consultoría y desarrollo a medida para grandes marcas. Esta estrategia nos permitió generar ingresos desde el inicio y, al mismo tiempo, adquirir un conocimiento muy valioso sobre el mercado y sus necesidades reales.
Nuestro plan inicial era, más adelante, utilizar ese conocimiento para crear soluciones propias, escalables y accesibles, con el objetivo de facilitar la adopción de estas tecnologías por parte de empresas más pequeñas. Es así como llegamos a la mayor sociedad posible y conseguimos nuestra visión de democratización tecnológica. Sin embargo, la pandemia aceleró ese proceso. Con el parón generalizado de la actividad y la caída de la inversión en innovación, vimos una oportunidad para avanzar en esa línea. Decidimos lanzar cuatro MVP dirigidos a distintos sectores y analizar su aceptación.
Fue entonces cuando CultuAR destacó claramente. Detectamos una gran demanda en el sector turístico-cultural, tradicionalmente poco digitalizado y con escasa innovación tecnológica. A partir de ahí, apostamos por desarrollar esta solución de forma más profunda, y hoy se ha convertido en uno de los proyectos más visibles de la compañía.

¿Cuál fue el obstáculo más difícil con el que te encontraste al principio, y cómo lograste seguir adelante?
Uno de los mayores retos al principio fue que la tecnología avanzaba muy rápido, pero ni la sociedad ni los dispositivos móviles estaban del todo preparados para seguir ese ritmo. Muchas veces teníamos soluciones que funcionaban bien a nivel técnico, pero los móviles no lo soportaban bien, o el usuario final no entendía del todo cómo funcionaba o para qué servía.
Además, había (y sigue habiendo en algunos casos) mucho desconocimiento sobre la realidad aumentada. Tuvimos que dedicar mucho esfuerzo a explicar qué es, cómo se usa y qué ventajas tiene. Ha sido una labor constante de divulgación y educación, tanto con clientes como con instituciones o usuarios, para que vean que no es solo algo “futurista”, sino una herramienta útil y aplicable en el presente.
La clave para seguir adelante fue justo esa: entender que parte de nuestro trabajo también era acercar la tecnología a la gente, hacérsela comprensible y accesible
Desde tu experiencia, ¿cómo crees que estas tecnologías pueden transformar el sector turístico? ¿Qué aporta CultuAR que lo diferencia de otras soluciones similares que hay ahora mismo en el mercado?
Las tecnologías inmersivas pueden revolucionar el sector turístico al ofrecer experiencias mucho más interactivas, accesibles y personalizadas, y sobre todo, sostenibles. Permiten reinterpretar el patrimonio sin necesidad de intervenir físicamente en los espacios, haciendo que la visita sea más atractiva, educativa y memorable. Además, ayudan a dinamizar los destinos, conectar con públicos más jóvenes y ofrecer alternativas innovadoras para desestacionalizar o descentralizar el turismo.
En ese contexto, CultuAR va un paso más allá porque no es solo una app: es un ecosistema completo. Incluye una aplicación móvil, una web, experiencias de realidad aumentada y también de realidad virtual, todo conectado entre sí. Esto permite a los destinos turísticos ofrecer experiencias digitales muy completas, tanto presenciales como remotas, adaptadas a distintos perfiles de usuario.
Lo que realmente lo diferencia es su enfoque en la escalabilidad, la usabilidad y el bajo coste de implantación. Está pensado para que cualquier entidad, incluso con recursos limitados, pueda digitalizar su oferta turística sin complicaciones técnicas. Además, integramos rutas, comercios, eventos y gamificación en un mismo entorno, lo que convierte a CultuAR en una herramienta que no solo informa, sino que activa el territorio.
Uno de los valores que más destacan de CultuAR es su enfoque en una experiencia turística interactiva, pero también sostenible. ¿Cómo lográis que la tecnología esté al servicio del entorno, y no al revés? ¿Cómo hacéis que sea accesible para distintos perfiles de personas?
Desde el inicio, uno de los pilares de CultuAR ha sido que la tecnología no sustituya al entorno, sino que lo complemente y lo potencie. Por eso, no requiere instalaciones invasivas ni infraestructuras físicas. Todo el contenido se activa desde el propio móvil del visitante, permitiendo disfrutar del lugar tal como es, pero con una capa extra de información, narrativa y valor añadido.
Además, CultuAR es una solución pensada para ser inclusiva y accesible. Es multiidioma, lo que permite llegar a un público internacional, y puede funcionar sin necesidad de conexión a internet, algo clave en zonas rurales o con cobertura limitada. No hace falta descargar aplicaciones pesadas ni tener dispositivos especiales: buscamos siempre que la experiencia esté al alcance de cualquier persona.
Por último, al digitalizar el contenido y reducir la necesidad de materiales físicos como folletos, paneles o audioguías tradicionales, también contribuimos a una forma de turismo más sostenible, respetuosa con el medioambiente y con menor impacto sobre los espacios patrimoniales.

Hablemos de género. Como mujer en un sector donde la presencia femenina aún es limitada, ¿te has encontrado con barreras específicas?
En mi experiencia, ser mujer en un sector como el de las tecnologías inmersivas, que históricamente ha sido dominado por hombres, ha tenido sus desafíos. Aunque, personalmente, dentro de mi equipo siempre me he sentido muy valorada y respaldada. Siempre he tenido la suerte de contar con compañeros que han reconocido mi talento y aportaciones desde el principio. Sin embargo, es cierto que, a pesar de ese apoyo, muchas veces nuestras formas de pensar y de abordar ciertos problemas son diferentes, lo que ha generado complejidad en algunas decisiones, pero también nos ha dejado una gran oportunidad de aprendizaje mutuo.
Creo que las barreras de género existen, pero en mi caso, han sido más un impulso para demostrar que la diversidad de perspectivas, incluidas las de las mujeres, es clave para innovar y aportar nuevas ideas. Si bien la industria aún tiene camino por recorrer en términos de inclusión, cada vez hay más conciencia sobre la importancia de la diversidad, y eso está abriendo nuevas oportunidades. Personalmente, he aprendido mucho y sigo creyendo que las diferentes formas de pensar dentro del equipo, independientemente del género, son lo que nos hace más fuertes.
Has impulsado varios productos al mercado. Llevar una idea desde la chispa inicial hasta que llega a las manos del usuario final no es sencillo. ¿Cuál ha sido el mayor reto en todo ese proceso de creación e implementación?
Sin duda, el mayor reto ha sido la incertidumbre. Desde el principio, no sabíamos cómo el mercado iba a recibir nuestros productos ni si la gente estaría lista para ellos. Crear algo innovador siempre lleva a esa pregunta: ¿realmente lo van a entender y lo van a usar? Además, el desconocimiento sobre las nuevas tecnologías, especialmente en sectores más tradicionales, nos obligó a hacer un esfuerzo extra para educar al público y hacerles ver el valor real de lo que estábamos ofreciendo.
Lo más complicado fue que no había un camino claro que seguir, estábamos siendo pioneros. Tuvimos que aprender a medida que avanzábamos, hacer pruebas, ajustes, y volver a probar hasta conseguir la mejor versión de lo que queríamos ofrecer. Pero, a pesar de la incertidumbre, fue justamente esa flexibilidad y capacidad de adaptación lo que nos permitió seguir adelante y ajustar los productos a lo que realmente necesitaba el mercado.
Aunque el foco de tu trabajo ha estado en el turismo, las tecnologías inmersivas tienen un potencial enorme en otros ámbitos. ¿Dónde ves tú esas oportunidades? ¿Cómo podrían aplicarse, por ejemplo, en la educación?
Las tecnologías inmersivas tienen un potencial increíble en muchos sectores. Aunque con CultuAR nos hemos centrado en el turismo, lo cierto es que las tecnologías inmersivas pueden transformar de manera significativa otros campos, como la educación, la salud o incluso la industria.
En el caso de la educación, imagino poder aprender historia, ciencias o arte no solo leyendo o viendo imágenes, sino viviendo una experiencia directa. Con la realidad virtual, por ejemplo, los estudiantes podrían «viajar» a diferentes épocas o lugares, o realizar prácticas científicas sin necesidad de laboratorios físicos. Eso hace que el aprendizaje sea mucho más atractivo, dinámico y, sobre todo, memorable. Además, estas tecnologías también ofrecen una gran oportunidad para personalizar la educación y apoyar las diversas necesidades de los estudiantes.

Cada vez más mujeres apuestan por formarse y desarrollarse profesionalmente en carreras STEAM. ¿Qué tipo de apoyos, referentes o cambios estructurales crees que son clave para avanzar hacia una mayor igualdad? ¿Alguien que te haya marcado especialmente en el desarrollo de tu carrera profesional?
Para fomentar el estudio de las carreras STEAM, es clave que haya un entorno que promueva la inclusión desde las primeras etapas de la educación. Esto significa no solo ofrecer formación técnica y científica accesible, sino también crear espacios de apoyo donde las mujeres se sientan valoradas y motivadas a continuar en estos campos. Los referentes son esenciales en este proceso, ya que ver a otras mujeres destacadas en estas áreas permite a las más jóvenes visualizar que es posible lograrlo.
En mi caso, he tenido la suerte de haber podido apoyarme en algunas mujeres que me han mostrado que el éxito no está solo en las habilidades técnicas, sino también en la resiliencia y la capacidad de colaborar en equipo.
Creo que, a medida que más mujeres se suman a estos sectores y que se vayan visibilizando ejemplos positivos, el cambio estructural será cada vez más rápido. Pero lo fundamental es seguir creando redes de apoyo y referentes que ayuden a las próximas generaciones a seguir su camino.
Para cerrar, imagina que tienes delante a una joven que quiere emprender en el sector tecnológico, pero no sabe por dónde empezar ni si tendrá espacio. ¿Qué le dirías? ¿Qué te habría gustado escuchar a ti al principio?
Lo primero que le diría es que el sector tecnológico está lleno de oportunidades, y no importa de dónde vengas ni cuál sea tu formación inicial, siempre hay espacio para nuevas ideas, energías y perspectivas. El primer paso es no tener miedo a empezar, a probar, a cometer errores y aprender de ellos. El camino no siempre será fácil, pero cada desafío es una oportunidad para crecer y aprender.
A mí, al principio, me habría gustado escuchar que lo principal es tener fe y confianza, aunque en momentos puede ser difícil, es lo que te llevará a seguir adelante. El sector tecnológico está en constante evolución, por lo que la capacidad de adaptarse, aprender y colaborar es fundamental. Y sobre todo, que no hay un solo camino para emprender, cada uno es único, y lo importante es encontrar el tuyo propio.