Nazaret es CEO de Entre Setas, una empresa que cultiva y comercializa setas de máxima calidad, ecológicas y a precios asequibles. 

Nazaret Mateos es CEO de Entre Setas, una empresa que cultiva y comercializa setas de máxima calidad, ecológicas y a precios asequibles. Comenzó vendiendo a mercados y restaurantes. Después dio el salto al mundo online, y a día de hoy vende todo tipo de setas tanto frescas como deshidratadas o cocinadas de diversos modos. En 2019 gana el premio Excelencia de Innovación del Ministerio de Agricultura, en 2021 obtiene el premio Innovation Award for Women’s Farmers organizado por el COPA-Cogeca y este 2022 la Diputación de Palencia le ha otorgado el Segundo premio I+D+i Generando Valor Rural en la provincia.

Hola Nazaret, un placer contar contigo en esta edición de InnovadorasTIC. Nos gustaría comenzar conociéndote un poco mejor, cuéntanos, ¿cuáles dirías que son los aspectos clave que te definen?

Soy una persona alegre, creativa, perfeccionista en mi trabajo, familiar y me encantan los retos. Me encanta pasar mi tiempo libre, aunque no tengo mucho,  con mis amigos y sobre todo con mi familia. Aunque parezca mentira, sigo enamorada del otoño y de salir a buscar setas. Me encanta la música, aprender cosas nuevas y soy muy preguntona.

Tu trayectoria profesional ha dado un giro de 180 grados, explícanos cómo pasas de cuidados paliativos y geriátricos al cultivo ecológico.

La verdad es que yo estudié Magisterio, pero pronto descarté la idea de dedicarme a la docencia, así que me incorporé a la vida laboral y al tiempo me salió un trabajo de formadora para una empresa de telecomunicaciones.

Mi proyecto de vida no era estar encerrada en una oficina, así que seguí estudiando y descubrí la geriatría y los cuidados paliativos. ¡Me encantaba! Más que un segundo trabajo, para mí era un hobby. Me encantaba sobre todo hacer las noches, cuando tienes más tiempo para poder hablar con los pacientes, reír, llorar y conocer a las personas, sus historias y sus vivencias… Aprendí muchísimo y siempre se me escapa una sonrisa cuando recuerdo aquellos años. Pero la realidad era que yo no quería estar en la oficina, ya no lo aguantaba más, y la administración no sacaba plazas de oposición, así que… Mi otra pasión siempre habían sido las setas y mi sueño era montar un invernadero de setas para mí sola cuando me jubilara. Así que, un día, mi marido me dijo: “No esperes a que seas mayor y móntalo” y casi 5 años después, aquí estamos.

EntreSetas es tu proyecto de emprendimiento enmarcado dentro de la economía circular, la producción ecológica y la búsqueda de ‘cero residuos’, ¿cómo surge la idea?

La verdad es que EntreSetas ha sido así desde el inicio. No sabemos hacer las cosas de otra manera y no queremos aprender. Observamos la naturaleza y trasladamos a nuestras instalaciones todo lo que ella hace, pero a pequeña escala. Si a ella le funciona… ¡A nosotros también!

Hasta el sobrante de plantar nuestras setas tiene vida. Lo usamos en reservorios para favorecer a la fauna local, luego lo compostamos y lo usamos para el plantado de nuestras plantas aromáticas que nos sirven de control de plagas… 

No usamos plásticos, así que todos nuestros envases son reutilizables.

¿Qué supuso para ti y tu proyecto ganar el premio Excelencia de Innovación del Ministerio de Agricultura en 2019?

Quizás ese premio ha sido, de todos, el más motivador porque con él empezó todo. Fue el que nos hizo ver que el proyecto era valioso para el medio porque cuando las cosas te salen de forma natural, pierdes la perspectiva del valor de lo que haces. Además, nos animó a seguir, a contar y a valorar todo lo que hacíamos. 

Que el Ministerio de Agricultura nos dijera que merecíamos ser los campeones nacionales en innovación agrícola, nos llevó a creer que podíamos ser también Campeones de Europa, logrando ser el primer proyecto español en conseguirlo. Marcó un antes y un después en todo. 

Si tuvieras que hacer una proyección de futuro ¿dónde te gustaría ver a EntreSetas en 5 años?

Uff, qué complicado. Cuando empecé con EntreSetas nunca soñé verla aquí, así que se me hace muy difícil pensar en un futuro tan lejano.

Me gustaría que nuestros productos estuvieran en las mejores cocinas, tanto particulares como profesionales, de forma natural, que tuvieran su huequito igual que lo tiene el aceite, pero sobre todo me gustaría que se reconociera a nivel internacional la calidad de nuestros productos agrícolas, porque detrás de nuestras setas hay mucha gente que trabaja muy duro para que nosotros podamos tener las mejores materias primas para cultivarlas.

¿Hubo algún modelo o acontecimiento que te inspirara especialmente a la hora de decidir emprender?

Durante toda mi vida me ha encantado correr por los montes y recoger setas, pero tuvimos la desgracia de tener tres años de sequías terribles en los que la falta de lluvias hicieron que no hubiera temporada de setas, y esto para mí era muy duro y muy triste. Tenía la sensación de que a mis años les faltaba algo. Leía libros de setas, de cambio climático… pero no tenía pinta de que aquello fuera a mejorar, eso fue lo que hizo que empezara a querer cultivar setas.

Por eso cuando decidí que no quería verme con 50 años en una oficina, me di cuenta de que llevaba mucho tiempo pensando en mi presente y que era hora de que se materializase.

En tu experiencia ¿cuáles son los principales retos vinculados al medio rural? ¿Con qué dificultades añadidas te has enfrentado frente a lo que pueda ser el emprendimiento en la ciudad?

El medio rural te obliga a ser creativo, no tienes todo al alcance de tu mano como ocurre en una ciudad. Esto te genera situaciones frustrantes, pero también hay algunas muy divertidas y gratificantes.

Las comunicaciones muchas veces no son buenas. La escasez de servicios condicionan nuestras vidas, nuestros niños tienen que desplazarse a los colegios, e, incluso, para ponerte enfermo tienes que cumplir con el día y la hora de visita médica, o no tendrás atención sanitaria. Esto hace que te sientas como un ciudadano de segunda. Cualquier comunicación con las administraciones te exige desplazamiento y perder una mañana de trabajo.

Pero sin embargo sabes, que aunque no veas a nadie, no estás solo. Es una sensación extraña, pero yo me he sentido sola viviendo en la ciudad rodeada de gente, y sin embargo aquí eso no pasa, porque si necesitas cualquier cosa, siempre aparece alguien que te tiende una mano.

En estas charlas que estamos manteniendo con emprendedoras como tú nos gusta siempre destacar esas otras mujeres que han influido en tu vida de una manera especial, ¿de quién nos hablarías tú?

Yo vengo de una familia de mujeres luchadoras. De las que estaban en el campo codo a codo con sus maridos, sacaban la casa adelante, atendían a los hijos, a sus mayores, hacían la comida para el día siguiente y antes de irse a dormir zurcían los calcetines. Mi abuela Petra consiguió que en los años 60 se la considerara entre otros empresarios como una igual. Nadie ponía en duda su criterio. Amable, justa, bondadosa pero sobre todo una luchadora nata.

Mientras crecía me iba rodeando de mujeres como Jesusa o Mari Ángeles, por ponerles un nombre, porque de estas ha habido muchas, que a trabajar 18 horas al día en las explotaciones ganaderas de sus padres o maridos le llamaban “echar una mano”,  lo compaginaban todo y no perdían la sonrisa.

El tiempo puso en mi camino a Nieves Alonso, Teresa Lopez y Montse Cortiñas que pelearon en los despachos por dar visibilidad a lo que nosotras vivíamos en el campo y que nos animan cada día a no rendirnos.

Pero la mujer que más me inspira a día de hoy es mi hija, aunque todavía no es consciente de lo fuerte y luchadora que es. 

Nos encantaría que nos dejaras un consejo para las niñas y mujeres que están leyendo esta entrevista y que también quieren emprender. 

Mi consejo es que si realmente es lo que quieren, que lo intenten. Será duro, muy duro, pero merecerá la pena, porque salga bien o salga mal habrán triunfado y habrán aprendido.