Elena García nació en Valladolid en 1971. Es ingeniera industrial y fundadora de la empresa de base tecnológica Marsi Bionics. Además, es inventora del primer exoesqueleto pediátrico del mundo. Elena también trabaja como investigadora científica en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Elena eres ingeniera, investigadora del CSIC y doctora en Robótica. ¿Qué o quién fue lo que inspiró para estudiar ingeniería?

He tenido la suerte de criarme en una familia de científicos que, además, fueron ejemplares en mi educación. Nunca me limitaron. Pero mi vocación científica no nace de cero. En un principio mis preferencias no estaban tan dedicadas a la ciencia y la tecnología si no más hacia el arte. Pero encontré en la ingeniería y, en concreto, en la robótica, la manera de hacer converger mis dos pasiones: la creativa, por un lado, y la científica-técnica por el otro. Así que es posible que si no fuera ingeniera mi plan B estuviera más vinculado a esa pasión por el arte y la creatividad.  

Has liderado el grupo de investigación de Marsi Bionics que creó el primer exoesqueleto del mundo, que permite andar a niños con parálisis cerebral o con atrofia muscular espinal. ¿Cómo una idea que parece de película se ha convertido en realidad?

No ha sido sencillo. Marsi Bionics se fundó en 2013 y hasta 2021 no logramos el marcado CE de la Agencia del Medicamento y el producto sanitario. Han sido 8 largos años de desarrollo del dispositivo y de investigación clínica en el que nos hemos tenido que enfrentar a muchas dificultades. Primero, de financiación. Es muy difícil en España emprender con un proyecto de Deep Tech que necesita una inversión potente en I+D y un recorrido más largo hasta llegar al mercado. 

Y, por otro lado, los retos clínicos. Adaptar el exoesqueleto a patologías tan diferentes como la Atrofia Muscular Espinal y la parálisis cerebral infantil requiere un trabajo muy profundo con médicos, fisioterapeutas y niños para poder ser útiles y eficaces.

Lo cierto es que Daniela, una niña de 9 años con parálisis cerebral tras un accidente de coche, ha sido un punto de inflexión en tu carrera. Cuéntanos un poco más acerca de cómo Daniela influyó en el proceso de utilizar la robótica para crear un exoesqueleto.

Daniela fue un punto de inflexión en mi investigación. Cuando la conocimos, comenzamos a analizar que no existía en el mundo ningún dispositivo robótico que se pudiera aplicar a los niños. Ahí empezamos a hacer algo que hoy es disruptivo: el primer exoesqueleto pediátrico que no sólo puede adaptarse al crecimiento del niño sino también adaptarse a su condición muscular.  Supuso pasar de la robótica industrial a utilizar todo ese conocimiento para aplicar la robótica para resolver los problemas de la marcha de los niños. 

Daniela fue la chispa que ha permitido que hoy tengamos el primer exoesqueleto pediátrico para niños con enfermedades neuromusculares.

exoesqueleto creado por Marsi Bionics

Cuando hablamos de robots, a día de hoy hay gente que los relaciona con “control”. ¿Por qué le seguimos teniendo tanto miedo? ¿Cuáles crees que son los principales prejuicios que tenemos al respecto?

La robótica es una disciplina muy joven. Las personas mayores han nacido mucho antes que el primer robot. Es comprensible cierta desconfianza. 

Somos nosotros los que programamos el cerebro del robot, su inteligencia y su capacidad. Es decir, el límite está en nosotros y en nuestra ética para poner la tecnología al servicio del ser humano y del progreso como sociedad.

¿Crees que en España hace falta invertir más dinero en I+D? ¿Por qué?

Creo que la situación está cambiando y se está haciendo un esfuerzo, pero venimos arrastrando las consecuencias de la crisis económica de 2008. Sin embargo, si hay algo bueno que nos ha podido traer la pandemia es la concienciación social de la importancia que tienen la ciencia y la investigación. Es muy importante la concienciación social, que sean los propios ciudadanos los que reclamen una investigación de calidad.

Tenemos una enorme calidad reconocida internacionalmente con organismos públicos de investigación en el top 10 de la ciencia mundial. Pero si uno se pasea por un centro de investigación se encuentra con laboratorios insuficientemente dotados para llevar a cabo una investigación competitiva, equipos de investigación mermados, contratos laborales temporales poco competitivos, y poca estabilidad en la carrera investigadora. La inversión en I+D en nuestro país debe duplicarse para que los esfuerzos de un colectivo de investigadores excelentes se materialicen en el progreso de nuestra sociedad.

Háblanos de las referentes femeninas que has tenido, ¿consideras que has tenido suficientes?, ¿quiénes han sido?

Margarita Salas ha sido una de tantas mujeres en la historia que han luchado para que su esfuerzo investigador se viera reconocido. Tuve la suerte de conocerla y puedo decir que es uno de mis grandes referentes. La admiro no sólo por la excelencia de su trabajo y su inteligencia sino también por la enorme generosidad y calidad humana que atesoraba. Es una de las grandes mujeres que ha tenido este país. 

Como reconocida investigadora ¿cuáles crees que son los principales estereotipos a los que se enfrentan las mujeres en el mundo de la ciencia, la tecnología y el emprendimiento para conseguir romper la brecha de género?

Desde pequeños nos construyen roles. Lo hacen los padres con los juguetes que nos regalan, lo hace la televisión con los ejemplos que enseñan, lo hace la sociedad. Para muchas generaciones, las chicas eran juegos de muñecas y cocinitas; para los niños, coches y construcciones. Todo eso marca el desarrollo intelectual. En ese sentido, la situación ya está cambiando, aunque queda camino por recorrer. 

Nos gustaría que nos dieras un consejo para las niñas y mujeres que están leyendo esta entrevista y quieren dedicarse a carreras STEM o emprender en el sector tecnológico o científico.

A las niñas, especialmente en la adolescencia donde prestan atención a modelos muy diversos, tenemos que demostrarles que las mujeres que hacemos ciencia somos mujeres normales. Investigar es divertido, es explotar la curiosidad, descubrir, crear…. Y está al alcance de cualquiera. 

No es algo que haya que trabajar sólo en la Universidad, sino en la educación infantil y en casa. Yo tuve la suerte de tener unos padres ejemplares que nunca me condicionaron. Y el mensaje en casa es fundamental. 

Y los planes de estudio deben renovarse desde las edades más tempranas. Menos memorizar y más nuevas tecnologías. También debemos ayudar a que comprendan mejor cómo a través de la ciencia y la ingeniería es posible resolver grandes problemas sociales. 

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