Licenciada en Física y especializada en Ingeniería y Gestión de las energías renovables, Laura Morrón Ruiz de Gordejuela es, además, divulgadora científica y miembro del Grupo Especializado de Mujeres en la Física de la Real Sociedad Española de Física.
Cuéntanos, ¿de dónde viene tu pasión por la ciencia y en qué momento decides dedicarte a la física? ¿Tuviste libertad para decidir lo que querías estudiar?
No sabría decir un momento exacto. Desde pequeña he tenido contacto con la ciencia gracias a mi padre. Veíamos Cosmos y otros programas de ciencia que emitían y él me explicaba cosas sobre el universo, la física cuántica, etc. También íbamos al Museo de la Ciencia, actual Cosmocaixa, y me explicaba el porqué de cada experimento. Así que la ciencia me parecía alucinante, pero también me encantaban las letras. Desde pequeñísima me encantaba leer y escribir, así que no sabía seguro a qué me dedicaría hasta que cursé la asignatura de Física de séptimo de EGB y tuve al profesor Sebastià Albacar. Era un profesor extraordinario y supo mostrarme lo grandiosa que era la Física. Los días que tenía la asignatura, estaba hasta nerviosa. Me prometí que haría la carrera y le enseñaría el título y, afortunadamente, pude hacerlo. Las mates se me daban muy bien y me divertían mucho, pero la Física era la aventura en busca de las respuestas de la naturaleza.
Mi padre, que es doctor en Ingeniería, pero físico de vocación, estuvo encantado y siempre me animó a cursarla. A mi madre le hubiera gustado que fuese ingeniera como mi padre. Y mis abuelos encantados. De hecho, mi abuelo paterno me regaló La aventura del Universo, de Timothy Ferris, con una dedicatoria que ponía: Para la Premio Nobel de 2020.
Vienes de un sector donde la mayor visibilización sigue siendo masculina, algo que esperamos que cambie gracias a libros como A hombros de gigantas o iniciativas como Innovadoras TIC. ¿Cómo ha sido tu experiencia en este sector?
Si me lo hubierais preguntado al acabar la carrera, te hubiera dicho que, en general, no había sufrido ningún tipo de discriminación o conducta inapropiada por ser mujer. Pero con el tiempo me he dado cuenta de que, tanto en mi paso por la facultad como en mi vida en general, estaba normalizando actuaciones y situaciones que no eran normales. Se quejan mucho de que las feministas somos exageradas, que los micromachismos son minucias y este conformismo solo puede conducir a la inmovilidad. La palabra micromachismos no tiene sentido porque los machismos no son micro, todos hacen daño. Pueden hacer más o menos daño, pero son perjudiciales y es importante que seamos conscientes de que los cometemos. Yo los cometo y cuando lo hago quiero saberlo para corregirme.
Eres Directora y editora en Next Door Publishers, centrada en la divulgación científica. ¿Cómo nace la idea de escribir A hombros de gigantas, un homenaje a las pioneras de la ciencia?
Todo empezó con mi participación en un concurso de haikus matemáticos en Zientzia Astea —Semana de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación—. Decidí escribir varios scikus —science haikus o haikus científicos— sobre mujeres matemáticas y disfruté tanto documentándome sobre cada una y resumiendo su esencia que me lancé a elaborar más sobre otras científicas a las que admiraba. Lo hacía únicamente por el placer que me proporcionaba el proceso, pero, cuando tenía unos cincuenta escritos, se los confié a mi admirada Marta Macho para saber su opinión. Sus comentarios me animaron a seguir adelante todavía sin tener ningún pensamiento de que vieran la luz. Y menos aún teniendo en cuenta el contexto pandémico existente.
Durante el verano me surgió la oportunidad de publicarlos en forma de libro, pero no en la forma en la que lo había imaginado. Finalmente, en septiembre, Oihan Iturbide me propuso hacerlo desde Next Door, como una forma de que la editorial también se uniese al homenaje. Hacerlo en casa me daba la libertad de plantear el libro como quería y elegir a las personas que quería que se encargasen de cada tarea: edición (Estíbaliz Espinosa) y diseño (Itziar Goñi).
¿Crees que a día de hoy podrías entender tu carrera científica sin lo que te aporta la literatura y tu trabajo como editora?
Creo que la mejor aportación que puedo hacer a la ciencia es divulgarla a través de los autores y libros de Next Door. Y espero poder hacerlo todo el tiempo posible.
Has recibido numerosos premios y reconocimientos por tu labor como divulgadora científica. ¿Qué se siente al ver reconocido tu trabajo?
Bueno, solo he recibido algunos… El valor de los premios lo mido por mi admiración por las personas que me los conceden. Fue un lujo tener un premio del Centro Nacional de Partículas, Astropartículas y Nuclear (CPAN) y además, compartido con la Agencia SINC que es un modelo de comunicación científica de excelencia. Y me emocionó mucho recibir el Tesla de la plataforma NAUKAS que ha sido determinante en mi evolución como divulgadora y me ha permitido conocer a grandes divulgadores.
Formas parte del Grupo especializado de Mujeres en la Física (GEMF) de la Real Sociedad Española de Física, ¿Cuál es vuestra tarea principal y por qué crees que siguen siendo necesarios este tipo de grupos?
Nuestros objetivos principales son aumentar la presencia de mujeres en el campo de la Física, visibilizar los logros de éstas y defender los intereses y la igualdad de derechos y oportunidades de las físicas.
Todavía existe desigualdad en la sociedad en general y la actividad científica forma parte de la sociedad. Hay sesgos que condicionan a las mujeres a optar por una carrera u otra y hay discriminación en la academia y en la industria.
Háblanos de las referentes femeninas que has tenido. ¿Consideras que has tenido suficientes? ¿Quiénes han sido?
Si hablamos del campo de la ciencia, tuve solo una referente, Marie Curie. Hasta llegar a la facultad no tuve ninguna profesora de ciencias y, en la carrera, solo dos. Por fortuna, en la vida en general, sí he tenido la suerte de contar con referentes femeninas muy importantes como mi madre y mis abuelas. Y ahora sí tengo referentes femeninas científicas y divulgadoras.
Piensa en el momento de decidir a qué te querías dedicar. ¿Crees que tu elección estuvo libre de sesgos?
Pienso que, si hubo “sesgos”, fueron positivos. Es decir, saber de las injusticias que había sufrido Marie Curie me daba tanta rabia que me animaba a dar el máximo y estar dispuesta a callar a cualquiera que pensase algo tan absurdo como que la mujer no tenía capacidad para hacer algunas cosas. Además, como os he comentado, mi familia me apoyó al completo.
Un consejo para las niñas y mujeres que están leyendo esta entrevista y que, como tú, quieren dedicarse a la ciencia.
Les diría que confíen en sí mismas, que nunca condicionen su elección a aspectos ajenos a su propia capacidad. Que estudiar requiere pasión y esfuerzo y es importante hacer lo que a una le gusta.
Algo que te defina: una palabra, una experiencia, un color, un verbo, un adjetivo, un estado de ánimo… y por qué.
Me quedaría con el verbo APRENDER y con el sustantivo EMOCIÓN. Las dos palabras que, para mí, hacen que esta vida sea un lugar mejor.